Sobre la mesa se pondrán las copas, el pan y el vino. Se encenderán siete luces o bujías de cera, y
se verificará el ritual. La Unción comenzará con estas palabras:
MISA GNOSTICA
Me acerco al Altar de Dios, que edifica la mente y enciende el esplendor de una eterna
Juventud".
Sube las gradas acercándose al Altar y se vuelve nuevamente a los fieles, diciendo:
¡Cristo sea con vosotros!
Acólito : El ilumine tu espíritu.
(Vuelto hacia el altar):
Ven, oh Santa palabra.
Ven, oh nombre sagrado de la fuerza, Cristo.
Ven, energía sublime.
Ven, oh misericordia divina.
Ven, oh suprema deidad del altísimo.
(Se vuelve el Sacerdote y describe una cruz sobre la frente, otra sobre el pecho, y finalmente, un
círculo de izquierda a derecha comenzando en el centro de la frente, siguiendo por el hombro
izquierdo y región del corazón para volver por el hombro derecho a ser cerrado en el mismo
lugar de comienzo).
Exclama:
¡Cristo sea con vosotros!
(Acólito): El ilumine tu espíritu.
(De cara al Altar):
Ven tú, que descubres el velo del misterio.
Ven, tú madre de los siete centros que descansas en la armonía de la octava.
Ven, tú, que eras antes que fueran los cinco sentidos:¡Espíritu, mente, sentimiento y razón! Deja
que participemos de tu santa gracia, nosotros los nacidos más tarde.
Ven, Santo Aliento, inmaculado soplo y purifica mis glándulas Internas donde el ritmo de mi vi-
da existe.
Ven, y encamina mi corazón desorientado para que los puros sentimientos míos broten de esa
Santa fuente.
(Vuelto hacia los fieles)
¡Cristo sea con vosotros!
(Acólito): El ilumine tu espíritu.
(Sacerdote):
¡Escuchad, Gran Deidad, Padre de todo lo creado, Luz divina! Tú, redentor nuestro, perdona
cuantos errores hemos cometido y los de aquellos que nos escuchan visible e invisiblemente para
que podamos todos participar de reino de la justicia y de estar contigo en las inmensidades de la
luz. Bendice y da poder a todos cuantos nos siguen, pues cumplen la ley.
¡Escuchad, oh Angeles!
Ayudadme, Padre de todo lo creado. Causa infinita de todo lo creado y dad vida a este tu pueblo.
A cuantos nos siguen, asístelos y presta a todos el apoyo necesario en todas las ocasiones de la
vida para que se hagan merecedores de tu Santa Gracia.
Nosotros conocemos tu poder y yo te conjuro: ¡VEN, VEN VEN!
Perdona tú todos nuestros errores. Alivia todos nuestros males. Danos una señal aquí mismo en
este sacrificio o en los días venideros.
(El Sacerdote avanza un paso y dice):
Escucho vuestro testimonio.
(Viene una pausa durante la cual, en alta voz los beneficiados o curados relatan sus experiencias
en frases sencillas; después de haber escuchado a todos, el Sacerdote se coloca otra vez en el
altar y dice:)
¡Alegraos! Nuestros errores están perdonados, el poder supremo está con nosotros.
(Todos responden): AMEN, AMEN, AMEN.
Esta plática se puede intercalar después de la prédica cuando hay fiesta mayor
Suplico a los Hermanos que reciben estos rituales, hagan todas las copias que puedan y las
envíen a los demás Hermanos, advirtiéndoles el poder mágico que reside en esto y que es la
misma original y primera usada por los Gnósticos en la época de la existencia material de Jesús
de Nazaret en la tierra.
EL SANTO SACRIFICIO
El Sacerdote se retira al Altar de la derecha y lee los siguientes trozos de las Sagradas Escrituras:
"Y Jesús, el divino Gran Sacerdote Gnóstico entonó un dulce cántico en loor del GRAN
NOMBRE y dijo a sus discípulos: Venid hacia mí. Y ellos así lo hicieron. Entonces se dirigió a
los cuatro puntos cardinales, extendió su quieta mirada y pronunció el nombre profundamente
sagrado de Iew, les bendijo y les sopló en los ojos".
"Mirad hacia arriba, exclamó: Ya sois clarividentes. Ellos entonces, levantaron la mirada hacia
donde Jesús les señaló y vieron una gran Cruz que ningún ser humano podría describir.
"Y el Gran Sacerdote dijo: Apartad la vista de esa gran luz y mirad hacia el otro lado, y
entonces vieron un gran fuego, agua, vino y sangre"
(aquí la bendición del pan y el vino)
Y el Gran Sacerdote continuó: En verdad os digo que no he traído nada al mundo sino el fuego y
el agua y el vino y la sangre de redención. He traído el fuego y el agua del lugar de la luz, del
depósito de la luz, de allí donde, la luz se encuentra. Y he traído el vino y la sangre de la morada
de Barbelos. Después de pasado algún tiempo, el Padre me ha enviado el Espíritu Santo en forma
de paloma blanca, pero oíd: El fuego, el agua y el vino son para la purificación y perdón de los
pecados. La sangre me fue dada sólo como SIMBOLO DEL CUERPO HUMANO, el que
recibió en la morada de Barbelos de la gran fuerza del Dios Universal. El Espíritu Santo, como
en mí, desciende a todos, y a todos ha de llevarlos al Supremo lugar de luz. Por eso os he dicho
que he venido a traer fuego a la tierra, que es lo mismo que descender para redimir los pecados
del mundo mediante el fuego''
Y por eso Jesús repitió: Sí supierais y conocieseis la gran dádiva de Dios. Si percibieseis quién es
el que os habla y os dice: Dadme de beber, me rogaríais que os diera de la fuente Eterna que es
manantial de dulce ambrosia, y os convertiríais en esa misma fuente de Vida, y tomó el Cáliz, lo
bendijo y se lo ofreció a todos, diciendo:
(El Sacerdote se dirige al Altar mayor, eleva el Cálix en la mano izquierda, y lo exhibe
diciendo:)
Esta es la sangre de la alianza que se vertió por nosotros para redimirnos del pecado, y por eso
se introdujo la lanza en mi costado para que de su herida brotara sangre y agua.
(Torna al lado derecho y lo pone en la mano derecha.)
"Y el gran Sacerdote Jesús dijo a los suyos:
Traedme fuego y ramas de vid - así lo hicieron. Colocó entonces el sacrificio sobre el Altar y una
fuente de vino a su lado.
Una a la derecha y otra a la izquierda. Una fuente de agua ante el vino.
(Pone el cáliz sobre la mesa y levantando la mano derecha, dice:)
Y puso pan según los que le escuchaban y el gran Sacerdote Jesús se mantuvo vestido con
vestiduras blancas, al que imitaron los Apóstoles.
(toma el cáliz y va al Altar mayor y dice vuelto al público:)
Y en vuestras manos os digo que está el numero del nombre del Padre que es la fuente de luz.
(Todos de rodillas. El Sacerdote alza sus manos en actitud suplicante y exclama:)
Escuchad Gran Deidad, Padre de todo lo creado, Luz divina, ¡IAO!
iao iao iao iao.
(Todos responden): Amén.
(Sacerdote:)
¡El ilumine tu Espíritu!
(Regresa al Altar)
Ven, Santo querer, Divina energía Volitiva y transforma mi voluntad, haciéndola una con la
tuya...
Ven, supremo poder y desciende sobre aquellos que conocen el misterio...
Ven, valor excelso y dame la templanza y fuerza que se requiere para penetrarla...
Ven, Santo silencio que hablas del poder y de la magnitud que él encierra y revélame lo oculto...
Ven, y descúbreme el Misterio...
Desciende, Santa Paloma de albo plumaje sobre nosotros, ¡tú eres la Madre de los Gemelos!
Acude, Madre mística que sólo te manifiestas en nuestras obras.
Acércate, Santa alegría de los cielos y posa sobre nuestras cabezas, tú llevas la hebra de oro
que a todos nos enlaza.
Aliéntanos a los que participamos en este sacrificio de la Eucaristía, celebrando en esta santa
remembranza tuya, para purificarnos y fortalecernos.
Ayúdanos a recibir la luz, tú que ahora nos has llamado hacia los fieles.
¡Cristo sea con vosotros!
(Acólito) : El ilumine tu Espíritu.
Todos de pie.
(El Sacerdote:) Creo en la Unidad de Dios, en el Padre como entidad impersonal, inefable e
irrevelado, que nadie ha visto, pero cuya fuerza, potencia creatiz, ha sido y es plasmada en el
ritmo perenne de la creación.
Yo creo en María, Maya, Isis o bajo el nombre que sea, en la fuerza física simbolizada en la
Naturaleza cuya concepción y alumbramiento revela la fertilidad de la Naturaleza.
(Acólito):
Yo creo en el misterio del Bafomet y del Demiurgo - Espíritu entre Dios y la criatura.
Sacerdote: Yo creo en Santa Iglesia trascendida, superior, mantenida en las almas puras, en la
Jerarquía Blanca representada por la Fraternidad Rosa-Cruz, y que tiene su exponente en la Santa
Iglesia Gnóstica, dirigida por Patriarcas, Apóstoles, Obispos y Sacerdotes.
(Acólito)
Nuestra ley es luz, amor, vida, libertad y triunfo.
(Sacerdote)
Nuestro lema divisa es Telema.
Yo creo en la comunidad de las almas purificadas, así como el pan material se transforma en
sustancia espiritual, creo en el Bautismo de la Sabiduría el cual realiza el milagro de hacernos
humanos.
Yo conozco y reconozco la esencialidad de mi vida concebida como una totalidad sin fin
cronológico que abarca la órbita fuera del tiempo y fuera del espacio.
Todos: Así sea.
El Sacerdote va al público o al Altar lateral y predica los misterios Gnósticos.
Después del sermón vuelve al Altar y pronuncia la oración a la cruz:
"Llenos de júbilo y desbordantes de fe, venimos a ti, oh cruz, oh rosa santa, santa y divina.
Tú que das el bálsamo para toda llaga y alientas el fuego que enciende la vida. Tú, que das la vi-
da, me ofreces tu cruz que yo reconozco como la mía propia.
Yo sé de tu misterio, del Sagrado Misterio que te envuelve, pues fuiste donada al mundo
para hacer Infinitas las cosas limitadas.
Tu cabeza se yergue majestuosa hasta tocar el cielo para que sea el símbolo del LOGOS divino.
Para que presida en tu estructura la intersección del madero atravesado que forma tus dos brazos,
como dos manos ingentes, que se extienden para ahuyentar las fuerzas siniestras, los poderes
inferiores. Para unir en una Iglesia de santa fraternidad todos los seres humanos de puro y noble
corazón.
Tu pie, como una lanza, esta clavado en la tierra para que puedas redimir, para que ayudes en tu
impulso volitivo a todas las entidades que moran bajo el suelo, en las Regiones Inferiores del
mundo, y que a través de múltiples encarnaciones pueden llegar a la divinidad para estar reunidas
eternamente a ti.
Oh tú, cruz de los maravillosos destinos, puesta por el Altísimo en la multiplicidad del Universo
para que seas la redención del género humano.
Oh tú, belleza Inmaculada, que eres trofeo de la victoria del Cristo. Que eres imán de vida. Que
ofreces la vida con tu árbol santo. Que extiendes tus raíces como dedos gigantescos por la
hondura del suelo para donar tu fruto en los cielos infinitos.
Oh tú, Cruz venerada, que eres la Santa Dádiva del dulce nombre, como vid que florece en el
jardín de Señor.
Oh tú, Luz rosa divina en la Cruz, que das tu fuerza y tu sagrado poder a los que han merecido en
la dura batalla y les conduces por la mística escala que está tendida desde la tierra al cielo, de
la materia al Espíritu.
¡Oh, Cruz santa y bendita! En ti está latente la redención y bajo tu potestad y luz excelsa nos
cobijamos todos para hacerte la oferta de esta santo sacrificio de la unión eucarística.
(Después de esta oración debe hacer un instante de meditación, mientras el Sacerdote, Diácono y
fieles están de rodillas. Pasado este instante, los que hayan de participar en la Eucaristía. se
congregan alrededor del Altar, y el Sacerdote, ya de pie, ofrece primero la hostia o el pan, diciendo:
ESTE ES MI CUERPO, RECIBELO PARA TU REDENCION. Esta frase se repite por el
Sacerdote cada vez que haya de introducir el pan o las hostias en la boca de los asistentes.
Terminado este acto, toma el cáliz en el que está depositado jugo de uva o vino sin alcohol y lo
ofrece a cada uno de los participantes, diciendo: ESTA ES MI SANGRE. RECIBELA QUE HA
SIDO DERRAMADA PARA REDIMIR AL MUNDO. Esta frase se repite cada vez al dar de
beber.
Después de haber pasado a todos primero el pan y de inmediato el vino, vuelve el Sacerdote con
cada uno, y poniendo la mano sobre la cabeza, dice:)
¡Que la paz sea contigo para que participes de la luz!
Entonces, después de concluir con todos y estando aún todos de rodillas, el Sacerdote levanta las
manos en actitud de bendecir, y dice: Recibid el signo de la Santa Cruz sobre vuestro cuello y
sobre vuestros labios para que seáis herederos de la luz.
Todos levantan la mano derecha y el Sacerdote entona el mantra:
IAO IAO IAO.
Entonces el Sacerdote cruza sus manos sobre el pecho y todos los congregados cantan el
Tedeum laudamus:
¡Santo, Santo, Santo, Señor de SABAOT!
Finalmente, da el Sacerdote la bendición Aarónica.
~finis~
Esta es la forma sencilla, tomada de las obras fundamentales de la religión primitiva, y es de por
sí una poderosa acción de Magia Ceremonial que trae salud y bienestar sobre los asistentes.
Puede el Sacerdote hacer formar, al final, la cadena.
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